Rambla Climate-House

Palabras sobre arquitectura y sostenibilidad de Miguel Mesa del Castillo Clavel

Rambla Climate-House

Premio Sostenibilidad MATCOAM 2022

 

Molina de Segura (Murcia), 2021

Proyecto de: Andrés Jaque / Office for Political Innovation + Miguel Mesa del Castillo

 

Desde los años ochenta, la suburbanización de extensas áreas territoriales de antiguas zonas rurales del término municipal de Molina de Segura (Murcia) ha desencadenado el aplanamiento de sus topografías y la destrucción de su sistema paisajístico de ramblas. Estas ramblas constituyen un tejido de arterias horadadas por la lluvia estacional sobre los materiales blandos. Los cauces resultantes, que transportan aguas ocasionalmente torrenciales, discurren entre los cabezos consolidados e inalterados por el proceso erosivo, configurando el paisaje seco de estepa característico de la zona. En ellas se acumula humedad y biodiversidad. Constituyen corredores atemperados en los que se fija el carbono y se multiplican las relaciones ecosistémicas. Juegan un papel crucial en la estabilidad del clima y del suelo de los ecosistemas de Molina de Segura.

 

La Rambla Climate-House funciona como un dispositivo climático y ecológico que forma parte de una serie de iniciativas asociativas, desarrolladas a la escala de los ciudadanos independientes, para contribuir a la reparación del daño medioambiental y climático causado por la sobre-urbanización de Molina de Segura. Las cubiertas de la Rambla Climate-House recogen agua de lluvia que se acumula junto a las aguas grises de duchas y lavabos. Esta agua es utilizada para regenerar el régimen climático de un fragmento de rambla que ha sobrevivido a la urbanización de la zona, y reparar con ello su antigua constitución ecosistémica. Por medio de sensores NetroÓ de humedad y conductividad se activa una meteorología automatizada que escapa al control de los humanos y que tiene como objetivo proporcionar las condiciones necesarias para la reparación biológica de la rambla. La casa se organiza alrededor de la elipse que contiene este fragmento de rambla; como un observatorio en alianza con la reconstrucción del paisaje; tipológicamente organizada como un anillo de espacios continuos de ancho variable.

 

Signos claros de recuperación de las formas de vida más-que-humanas propias de los ecosistemas de rambla han reaparecido después de un año de la entrada en funcionamiento de este sistema de reparación hidrotérmica. Ahora, laureles, lentiscos, mirtos, baladres, myrica fayas, vincas y palmitos crecen en la sección elíptica, e insectos, reptiles, pájaros y lagomorfos la recorren.

 

Térmicamente la Rambla Climate-House ensaya formas no ortodoxas de incrementar la eficiencia energética de la casa. Un banco de mármol alrededor de la sección elíptica permite que aquellos que viven en la casa se refresquen pegando su piel al mármol. Un serpentín expuesto al sol que corona la sección elíptica proporciona agua caliente durante todo el año.

 

La Rambla Climate-House es el resultado de la colaboración de los arquitectos Andrés Jaque y la Oficina de Innovación Política, y Miguel Mesa del Castillo, con la edafóloga María Martínez Mena y los ecólogos Paz Parrondo Celdrán y Rubén Vives, comprometida a contribuir a la movilización ciudadana que reivindica la reparación climática de Murcia. Desde la finalización de su construcción la casa/clima ha funcionado como un dispositivo demostrativo. Los promotores, arquitectos, edafólogos y ecólogos de la casa han organizado encuentros con vecinos y miembros de la extensa comunidad de Molina de Segura para compartir conocimientos y experiencias en un esfuerzo colectivo para reconectar los urbanismos del término municipal con sus ciclos ecológicos y territoriales.

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Miguel Mesa del Castillo Clavel

La arquitectura yeyé en la Región de Murcia

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La arquitectura yeyé en la Región de Murcia

Palabras sobre arquitectura de Chema López Martínez

La Arquitectura yeyé en la Región de Murcia

 

En los años 60 del s. XX, la arquitectura vuelve a tener un papel relevante en la Región de Murcia gracias a la coyuntura económica del desarrollismo que pone fin a los años de la autarquía de la década de los 50, gracias a la obra de tres arquitectos, Enrique Sancho Ruano, Fernando Garrido y Antoni Bonet Castellana.

No será hasta que Sancho Ruano realice el proyecto del Club Remo en 1958, junto al río Segura, que la arquitectura adquiera notoriedad por la popularidad del Club entre la burguesía murciana. La absoluta contemporaneidad del boceto publicado en el diario La Verdad, nos muestra a un joven arquitecto comprometido con la nueva época que va a acontecer en la posterior década de los 60. Un edificio que, apoyado en las posibilidades del hormigón armado y en los escasos recursos materiales y constructivos disponibles, generará planos volados sobre el río conformando terrazas y donde las fachadas se tratarán como un collage de diversos materiales. Sancho Ruano comenzará a trabajar en el concepto de obra de arte total: Muñoz Barberán realizará una vidriera abstracta para la escalera, Carpe un mural de mármol negro y quizás también el patrón del suelo del salón social del Club.

La introducción de un lenguaje moderno y la apuesta por la modernidad en un territorio culturalmente atrasado vendrá de mano, especialmente en el caso de Sancho Ruano, de la nueva arquitectura religiosa, abordándola como un espacio contemporáneo: nítido, preciso, al servicio de la comunidad y en el que se incorporará el arte contemporáneo desde la fase de proyecto. Se concibe un espacio donde el arte y los artistas se manifiestan con toda su obra buscando “una nueva monumentalidad” y el nuevo lenguaje de una época. Artistas como Carpe, Martínez Valcárcel, Paco Toledo y González Moreno trabajarán en sus espacios. Sancho Ruano nos dejará las iglesias de Barranda, del Complejo de Espinardo, del psiquiátrico de El Palmar y de Los Mateos.

Sancho Ruano construirá otros edificios como la Consejería de Sanidad, o los desaparecidos CEBAS y Club Remo.

Fernando Garrido es un arquitecto preocupado por la esencia, condición del Arte y de la Arquitectura, cuya visión y pensamiento parecen instalarse en una posición heredera en cierto modo de la tradición existencialista, al proclamar la inevitable relación entre la vida y la obra: “…en la vida y el arte hay una relación y tensión entre los sentidos y la razón; de los primeros deriva la sensibilidad y de la segunda, la inteligencia. Cada creador artístico mezcla de manera diferente una y otra”.

Garrido construyó en 1964 la Escuela de Arte de Murcia, descrita como un edificio “supermoderno” en la prensa local. El convento de Algezares con una Iglesia que puede compararse con Fisac y la Coronación de Vitoria. El Club Náutico de Santiago de la Ribera, all que describía: “Contaba con mar, cielo y brisa. También contaba con la alegría y el entusiasmo de todos los que sentían la mar, desde el Presidente del Club hasta el último grumete. ¿Qué tenía que crear? Con mar: algo que navegue. Con cielo: algo que recorte su silueta. Con brisa: velas y velas. Ya tenía la idea: clara, definida y sencilla. Lo demás, que es el desarrollo de la idea, es el oficio. Y hasta ahora ha resistido todos los temporales humanos”. Y el chalet de Cotorruelo al final de La Manga.

En 1968 obtiene el Premio Nacional de Arquitectura por la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Algeciras, y durante la década de los 60 y 70 desarrollará en Murcia una obra prolífica que aportará una visión de un organicismo incipiente propio de la Escuela de Madrid y coetáneo de Fernando Higueras.

Antonio Bonet desembarcó en Murcia para desarrollar un lugar magnífico como era La Manga del Mar Menor. Hoy sería imposible, no por el estado lamentable del Mar Menor, sino por el despertar de la conciencia medioambiental de la población. El bagaje que lo acompaña para este proyecto es magnífico. Despojado de prejuicios se enfrenta a uno de los fenómenos específicos de su época, que será el boom del turismo de masas. A lo largo de su obra, Bonet se enfrentará a territorios vírgenes. Desde la colonización de Punta Ballena en Uruguay en 1945, pasando por el proyecto de ciudad-balneario de Necochea-Quequén en 1952 en Argentina, el proyecto de urbanización de la Manga del Mar Menor en 1961 en Murcia, Andalucía La Nueva en 1962 en Marbella y Aigua Gelida en 1965 en Girona. El ocio se convirtió en una problemática moderna a la que el urbanismo debía dar una respuesta. La vuelta a la naturaleza y al aire libre, el sol, el mar y la arena, se convertían en los nuevos hábitos del tiempo libre.

Bonet avanzaba en sus proyectos de planeamiento turístico, preceptos actuales como la sostenibilidad y la conservación de los valores paisajísticos del territorio. Partiendo del paisaje y la naturaleza como herramientas de proyecto, analizaba las características físicas del territorio, preservando el valor paisajístico o ecológico y proponía ámbitos urbanos compactos con mezcla de usos y servicios de forma equilibrada. Mantener el territorio afectado aislado de entornos urbanos para preservar su carácter turístico. La preocupación por minimizar la huella ecológica y la edificación, fijar la capacidad de carga en todas sus propuestas y ahorrar el máximo de suelo posible, son constantes en todos sus proyectos. El estudio de las circulaciones era fundamental, logrando una separación de vehículos y peatones que favorecía la aparición de un sistema de espacios públicos de calidad y una ordenación accesible, eliminando paseos marítimos.

En La Manga del Mar Menor estudió profundamente los valores del paisaje y apostó por la concentración puntual de las intervenciones preservando el máximo de territorio posible, lo que permitía disfrutar del paisaje y de las condiciones paradisíacas de la situación entre dos mares. Su sensibilidad frente al territorio y su respeto por el lugar, concentrando las viviendas y adaptándolas al terreno existente, integrándose perfectamente y casi “difuminándose” en el paisaje, son lecciones olvidadas en estas últimas décadas, en las que ha brillado por su ausencia la racionalidad frente al medio y se ha fomentado la especulación con la vivienda a costa del turismo.

Antoni Bonet supone para la arquitectura en Murcia una relación directa con las vanguardias del siglo XX, con figuras como Le Corbusier, la influencia de la arquitectura catalana desde Gaudí y la visión del Mediterráneo de Sert. Tarde en el tiempo, pero llega un urbanismo y una arquitectura racionalista auténticos: bloques escalonados, clúster, tramas, monumentalidad,… toda su aportación desprende la actualidad del momento.

En La Manga vuelve a sus orígenes. El Mediterráneo siempre le acompañó a pesar de la distancia de su estancia en América. Para las dunas y el turismo recupera sus principios formativos de aprendizaje en el GATEPAC generando un urbanismo ejemplar, quizás no superado en la pobreza de esta disciplina en nuestra Región. El paisaje y su análisis. El vacío como herramienta de proyecto en la protección de la naturaleza. La concentración de la edificación desarrollándola en altura, generando la mínima huella posible y acompañándola de la mínima urbanización, una carretera. ¿Un urbanismo contemporáneo? Pero hubo más. Bonet fue un respiro. Un arquitecto de los que hoy es difícil sentir la profesión como él. Sin ataduras normativas, con una sólida formación y una componente teórica siempre presente, desarrolla en La Manga actuaciones ejemplares en el fenómeno del alojamiento del turismo de masas, tan en boga en este momento, donándonos un compendio de herramientas y estrategias para afrontarlo.

 

 

 

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¿DÓNDE ESTABAS TÚ EN LOS OCHENTA?

 

Once de marzo de 1981. El Moderno Cine Martínez de Espinardo acoge la actuación de Nacha Pop. Como teloneros, dos grupos murcianos: los reconocidos Acequia, con Emilio Chicheri al frente, y los novatos Farmacia de Guardia, una banda de la que toda Murcia habla pese a que en realidad debuta en directo justo ese día.

Las actuaciones son una prolongación de sus sonoras declaraciones mediáticas y el asunto casi finaliza en batalla campal, con ambos grupos y sus seguidores enfrentados sin posibilidad de puntos de encuentro. Ese día nacían los ochenta en Murcia, musicalmente hablando.

Se acuñaba por entonces una frase, «quedarse en los setenta», que adquiría especial significación debido a la convulsión con que la citada década había finalizado. El punk (británico, esencialmente) había conseguido dinamitar las acomodaticias estructuras del rock y aunque aquella actitud kamikaze le llevaría a la autoinmolación en cuestión de un par de años, aquel gesto de sinceridad suicida cambiaría definitivamente la percepción de la música pop y rock.

De sus cenizas surgió la lúdica y hedonista new wave y esta traspasó rápidamente fronteras para instalarse en toda Europa y Estados Unidos.
También en España, desde luego, y en nuestra pequeña Región de Murcia, donde Farmacia de Guardia asumió un liderazgo que le convertiría en indudable portavoz generacional –no sólo en lo musical– en base a una actitud insolente (sonoras declaraciones en los escasos medios de comunicación), una estética agresiva aunque no exenta de glamour (adiós a la imagen progre-enrollada) y una certeras canciones que oscilaban entre el punk-rock (‘Bronca callejera’, ‘A Johnny le gusta el punk’…) y la dinamita pop (‘Cazadora de cuero’, ‘Ella es demoledora’…). Pronto traspasaron las fronteras regionales para instalarse en las ondas de ‘Esto no es Hawaii’, el apartado de Diario Pop desde el que Jesús Ordovás modelaba el nuevo panorama musical nacional. Más adelante llegaría su fichaje por Dro, el moderado éxito comercial y un recuerdo reivindicado por la crítica.

Paralelamente a la arrolladora irrupción de Farmacia de Guardia, otros grupos fueron surgiendo con la excitación inherente del que se sabe abriendo nuevos caminos. Aquí conviene destacar a Asesinos a Sueldo, un grupo encabezado por José Antonio González, con un enorme repertorio de canciones de punk-pop nihilista que no alcanzó mayores logros quizás debido a un malditismo no disimulado que siempre lastró sus directos. Malditismo que no emanaba precisamente de sus lecturas de Baudelaire (resultaba ridículo ver como todos los grupos del momento aseguraban haberse devorado con fruición ‘Las flores del mal’), sino de su amor por la calle y los excesos con las sustancias tóxicas, algo frecuente en esa época debido a la escasa y poco creíble información y a la tendencia generalizada al hedonismo desbocado (a menudo los mismos managers ejercían como camellos, así que ya me dirán). Canciones como ‘Vampi love’ (después versionada por Los Ensayos) o Polonia (rescatada por Los Radiactivos) merecían un éxito que nunca alcanzaron.

Otros grupos de interés en este inicial y decisivo giro sonoro fueron los molinenses Tomato, con canciones tan poderosas y bonitas como ‘La Yesería’ -que desde hace años da nombre a un emblemático garito murciano- o ‘Spanish girl’, que luego serían protagonistas de una truculenta historia con fichaje-pero-sin-grabación por Zafiro y cuyo disco muy posterior no les hace justicia en absoluto. Ellos mismos reniegan de él.

Vitamina, con la sensual Araceli al frente, representaban el lado más baboso de la emergente escena, si bien canciones como ‘Tascas 80’ eran realmente buenas. Cuando se largó Araceli y tornaron en Todos y la Chica desapareció por completo el encanto pese a la buena mano de Joaquín en la composición. Desde Cartagena llegaba la vertiente más tecnopop con Marítimo Movile, mientras que el lado oscuro o más guitarrero lo protagonizaban Ley Seca, Dromonómonos, Grupo Contadora, Kante Pinrélico o La Soga de la Academia, además de las siempre efímeras bandas lideradas por Paquito Delitos.

Inmediatamente a continuación y acaso ya amparadas por la labor de ariete de los anteriores, surgieron interesantes grupos como Unidad Psiquiátrica, con influencias de Farmacia de Guardia y la incipiente onda siniestra que surgía en Madrid encabezada por Décima Víctima, y notables canciones como ‘Triste final’ o ‘Listas para morir’, ambas recogidas en un single hoy descatalogado y cotizado. Justo ese año (84) surgieron Los Fanáticos (inicialmente Javi Volumen y Los Fanáticos del Ritmo), que fueron pasando del rockabilly inicial hasta el biker-rock, si bien su mejor momento fue cuando el grupo de los hermanos Cuenca estuvo flanqueado en las guitarras por Fernando Rubio (luego creador de Ferroblues) y el citado ex Asesinos a Sueldo, José Antonio González. Ahí fue cuando registraron para Fonomusic un fantástico miniálbum, ‘Esto no quedará así’, de puro rock macarra y notables canciones como ‘El atraco del furgón’ o ‘No pagues al portador’.

Otro grupo esencial fue Los Hurones, grupo liderado por Jota Cassinello, componente de la formación inicial de Farmacia de Guardia. Jota sólo estuvo durante las dos primeras actuaciones de Farmacia, pues aunque grandes amigos, nuestras respectivas maneras de entender la música chocaban por el lado estilístico. Así que Cassinello decidió formar su combo de rockabilly y escribir notables canciones como ‘Isabel’ o ‘Ruega por mí’, que quedarían registradas en un minielepé para la multinacional Emi. Quizás su único error fue la elección del single, pues ‘El verano’ probablemente fuese su canción más floja. Siempre acompañado por su leal José Juan ‘El Mangas’, Los Hurones se transformaron en Los Tigres hasta que Jota falleció de un modo confuso. Hay un disco de homenaje registrado en directo que recoge el cariño de toda la Murcia pop y rock.

Tiempos de alarma.

Los Ensayos constituían la avanzadilla mod, con sus parkas, sus sesiones en el Tato (el bar clave, junto al Kaya y El Jardín de Invierno, de los inicios de la movida murciana) y bonitas canciones de pop sencillo que cautivaron a Dro, donde editaron su único minielepé con canciones como ‘Amar el pop’ o ‘La décima cerveza’. Un grupo muy reivindicable, como también lo fue La Guardia Roja (con Juan Antonio Ross liderando y Felipe Troyano a la guitarra), con su estética romántica y canciones como ‘Polvo de estrellas’ y ‘Tiempos de alarma’; el rock’n’roll-pop tequilero de Doble Cero; el punk cafre de Dementes, en especial en aquella época (84-85) que actuaron en Rockola con la cantante Moni o en la posterior formación de power-trío con Fiti a la batería y Cuco en la guitarra y voz; el pop frío de Mañana Más, aventura primeriza de Alfonso Alfonso, líder de Schwarz y Espiricom; así como otras formaciones como La Metro (con Pepe Moreno y la peculiar voz de Javier Tomás), La Tentación -primer grupo íntegramente femenino de la ciudad-, Los Anónimos, Ciencia Moderna o los cartageneros Los Mendrugos.

Conviene recordar y en un lugar preferente a Otro Mundo Verde, la compañía discográfica independiente creada por Álvaro Vera, un tipo sensacional hasta extremos insospechados, que editó en 1988 un álbum compartido por cuatro grupos: El Norte, Este o Este, El Rostro de Keaton y Los Marañones, antes de fallecer en un trágico accidente y ser cariñosamente recordado en un entrañable concierto de homenaje en la plaza de toros de Murcia. Ah, y al final hemos mencionado a Los Marañones, pero claro, aquí viene un nuevo cambio de rumbo que marcaría el pop y el rock murciano de los noventa.

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