¿Dónde estabas tú en los ochenta?

Palabras sobre música de Jam Albarracín

¿DÓNDE ESTABAS TÚ EN LOS OCHENTA?

 

Once de marzo de 1981. El Moderno Cine Martínez de Espinardo acoge la actuación de Nacha Pop. Como teloneros, dos grupos murcianos: los reconocidos Acequia, con Emilio Chicheri al frente, y los novatos Farmacia de Guardia, una banda de la que toda Murcia habla pese a que en realidad debuta en directo justo ese día.

Las actuaciones son una prolongación de sus sonoras declaraciones mediáticas y el asunto casi finaliza en batalla campal, con ambos grupos y sus seguidores enfrentados sin posibilidad de puntos de encuentro. Ese día nacían los ochenta en Murcia, musicalmente hablando.

Se acuñaba por entonces una frase, «quedarse en los setenta», que adquiría especial significación debido a la convulsión con que la citada década había finalizado. El punk (británico, esencialmente) había conseguido dinamitar las acomodaticias estructuras del rock y aunque aquella actitud kamikaze le llevaría a la autoinmolación en cuestión de un par de años, aquel gesto de sinceridad suicida cambiaría definitivamente la percepción de la música pop y rock.

De sus cenizas surgió la lúdica y hedonista new wave y esta traspasó rápidamente fronteras para instalarse en toda Europa y Estados Unidos.
También en España, desde luego, y en nuestra pequeña Región de Murcia, donde Farmacia de Guardia asumió un liderazgo que le convertiría en indudable portavoz generacional –no sólo en lo musical– en base a una actitud insolente (sonoras declaraciones en los escasos medios de comunicación), una estética agresiva aunque no exenta de glamour (adiós a la imagen progre-enrollada) y una certeras canciones que oscilaban entre el punk-rock (‘Bronca callejera’, ‘A Johnny le gusta el punk’…) y la dinamita pop (‘Cazadora de cuero’, ‘Ella es demoledora’…). Pronto traspasaron las fronteras regionales para instalarse en las ondas de ‘Esto no es Hawaii’, el apartado de Diario Pop desde el que Jesús Ordovás modelaba el nuevo panorama musical nacional. Más adelante llegaría su fichaje por Dro, el moderado éxito comercial y un recuerdo reivindicado por la crítica.

Paralelamente a la arrolladora irrupción de Farmacia de Guardia, otros grupos fueron surgiendo con la excitación inherente del que se sabe abriendo nuevos caminos. Aquí conviene destacar a Asesinos a Sueldo, un grupo encabezado por José Antonio González, con un enorme repertorio de canciones de punk-pop nihilista que no alcanzó mayores logros quizás debido a un malditismo no disimulado que siempre lastró sus directos. Malditismo que no emanaba precisamente de sus lecturas de Baudelaire (resultaba ridículo ver como todos los grupos del momento aseguraban haberse devorado con fruición ‘Las flores del mal’), sino de su amor por la calle y los excesos con las sustancias tóxicas, algo frecuente en esa época debido a la escasa y poco creíble información y a la tendencia generalizada al hedonismo desbocado (a menudo los mismos managers ejercían como camellos, así que ya me dirán). Canciones como ‘Vampi love’ (después versionada por Los Ensayos) o Polonia (rescatada por Los Radiactivos) merecían un éxito que nunca alcanzaron.

Otros grupos de interés en este inicial y decisivo giro sonoro fueron los molinenses Tomato, con canciones tan poderosas y bonitas como ‘La Yesería’ -que desde hace años da nombre a un emblemático garito murciano- o ‘Spanish girl’, que luego serían protagonistas de una truculenta historia con fichaje-pero-sin-grabación por Zafiro y cuyo disco muy posterior no les hace justicia en absoluto. Ellos mismos reniegan de él.

Vitamina, con la sensual Araceli al frente, representaban el lado más baboso de la emergente escena, si bien canciones como ‘Tascas 80’ eran realmente buenas. Cuando se largó Araceli y tornaron en Todos y la Chica desapareció por completo el encanto pese a la buena mano de Joaquín en la composición. Desde Cartagena llegaba la vertiente más tecnopop con Marítimo Movile, mientras que el lado oscuro o más guitarrero lo protagonizaban Ley Seca, Dromonómonos, Grupo Contadora, Kante Pinrélico o La Soga de la Academia, además de las siempre efímeras bandas lideradas por Paquito Delitos.

Inmediatamente a continuación y acaso ya amparadas por la labor de ariete de los anteriores, surgieron interesantes grupos como Unidad Psiquiátrica, con influencias de Farmacia de Guardia y la incipiente onda siniestra que surgía en Madrid encabezada por Décima Víctima, y notables canciones como ‘Triste final’ o ‘Listas para morir’, ambas recogidas en un single hoy descatalogado y cotizado. Justo ese año (84) surgieron Los Fanáticos (inicialmente Javi Volumen y Los Fanáticos del Ritmo), que fueron pasando del rockabilly inicial hasta el biker-rock, si bien su mejor momento fue cuando el grupo de los hermanos Cuenca estuvo flanqueado en las guitarras por Fernando Rubio (luego creador de Ferroblues) y el citado ex Asesinos a Sueldo, José Antonio González. Ahí fue cuando registraron para Fonomusic un fantástico miniálbum, ‘Esto no quedará así’, de puro rock macarra y notables canciones como ‘El atraco del furgón’ o ‘No pagues al portador’.

Otro grupo esencial fue Los Hurones, grupo liderado por Jota Cassinello, componente de la formación inicial de Farmacia de Guardia. Jota sólo estuvo durante las dos primeras actuaciones de Farmacia, pues aunque grandes amigos, nuestras respectivas maneras de entender la música chocaban por el lado estilístico. Así que Cassinello decidió formar su combo de rockabilly y escribir notables canciones como ‘Isabel’ o ‘Ruega por mí’, que quedarían registradas en un minielepé para la multinacional Emi. Quizás su único error fue la elección del single, pues ‘El verano’ probablemente fuese su canción más floja. Siempre acompañado por su leal José Juan ‘El Mangas’, Los Hurones se transformaron en Los Tigres hasta que Jota falleció de un modo confuso. Hay un disco de homenaje registrado en directo que recoge el cariño de toda la Murcia pop y rock.

Tiempos de alarma.

Los Ensayos constituían la avanzadilla mod, con sus parkas, sus sesiones en el Tato (el bar clave, junto al Kaya y El Jardín de Invierno, de los inicios de la movida murciana) y bonitas canciones de pop sencillo que cautivaron a Dro, donde editaron su único minielepé con canciones como ‘Amar el pop’ o ‘La décima cerveza’. Un grupo muy reivindicable, como también lo fue La Guardia Roja (con Juan Antonio Ross liderando y Felipe Troyano a la guitarra), con su estética romántica y canciones como ‘Polvo de estrellas’ y ‘Tiempos de alarma’; el rock’n’roll-pop tequilero de Doble Cero; el punk cafre de Dementes, en especial en aquella época (84-85) que actuaron en Rockola con la cantante Moni o en la posterior formación de power-trío con Fiti a la batería y Cuco en la guitarra y voz; el pop frío de Mañana Más, aventura primeriza de Alfonso Alfonso, líder de Schwarz y Espiricom; así como otras formaciones como La Metro (con Pepe Moreno y la peculiar voz de Javier Tomás), La Tentación -primer grupo íntegramente femenino de la ciudad-, Los Anónimos, Ciencia Moderna o los cartageneros Los Mendrugos.

Conviene recordar y en un lugar preferente a Otro Mundo Verde, la compañía discográfica independiente creada por Álvaro Vera, un tipo sensacional hasta extremos insospechados, que editó en 1988 un álbum compartido por cuatro grupos: El Norte, Este o Este, El Rostro de Keaton y Los Marañones, antes de fallecer en un trágico accidente y ser cariñosamente recordado en un entrañable concierto de homenaje en la plaza de toros de Murcia. Ah, y al final hemos mencionado a Los Marañones, pero claro, aquí viene un nuevo cambio de rumbo que marcaría el pop y el rock murciano de los noventa.

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